viernes, 28 de junio de 2013

Leyendo a Friedrich Nietzsche



Para leer a Nietzsche existen probablemente tantas maneras de generar una aproximación como seres dispuestos a leerlo. Mi primer encuentro con la lectura del filósofo alemán se produjo vía La genealogía de la moral que me abrió una serie de interrogantes que principalmente hacen referencia a la crítica de la moral occidental cristiana que en este libro particular pareciera verse exacerbada. Tales cómo ¿qué significa que la compasión sea rechazada y acusada de resentida? ¿Cómo se ha recogido la genealogía que Nietzsche propone, por otros autores tales cómo Freud, Adorno, Foucault y Derrida entre muchos otros? Las conexiones comenzaban a develar nuevos horizontes y nuevas conexiones.
Mi segundo encuentro, aun impuesto y/o casual se dio en forma de una aproximación a Sobre verdad y mentira en sentido extra-moral, un texto breve que busca establecer y aproximarse a la categoría de verdad y se aproxima a la posibilidad de pensar la verdad y la mentira en un sentido extra o fuera de la moral. Quizás una aproximación interesante al en sí de algunas cosas. El contraste fue generado unas semanas después con la lectura de Humano, demasiado Humano II, un libro escrito de principio a fin en aforismos, muchos de los cuales abarcan un espectro amplio de la filosofía, la mayoría de ellas orientadas a enrielar estudios de la moral (recordemos que La genealogía de la moral es el gran libro de estudios de la moral en el cual desembocan sus antecesores Humano, demasiado humano I, Humano, demasiado humano II y Aurora).
El tercer encuentro fue ya producto de la contradicción que se había producido en mi mente a causa de lo complejo de las diferentes sub-temáticas tratadas. Fue entonces cuando creí que era tiempo de buscar respuestas en Así habló Zarathustra. Un libro escrito con parangones poéticos, repleto de metáforas que parecieran apuntar desde otro ángulo a objetivos similares a los de La genealogía de la moral. De hecho se ha especulado que aquí Nietzsche usa dos formas, dos métodos completamente diferentes para apuntar a un trasfondo similar; la decadencia y el resentimiento de los valores morales en el devenir del mundo.
No obstante todos los acercamientos hasta ese momento, el más importante fue aquél que me llevó a los comienzos del filósofo, a la época del joven Nietzsche. La obra angular del joven Nietzsche es sin ninguna duda El nacimiento de la tragedia, que en su origen llevaba el título de El nacimiento de la tragedia en el espíritu de la música. Existen dos elementos que hay que considerar en relación con este texto. La primera es que existía aun en estos años una estrecha relación entre Wagner y Nietzsche. Richard Wagner y Friedrich Nietzsche se irán a distanciar personal e ideológicamente a partir del momento en el cual Wagner pareciera abrazar a apolo, a San Pedro y a la Iglesia, y por sobre todo a la creencia en la metafísica resentida; Nietzsche recorre el camino opuesto. Esto hace que podamos vernos confrontados con ideas que parecen extrañas si las contrastamos con el Nietzsche en mediana edad o más aun con el Nietzsche tardío. Lo segundo que habría que señalar en este punto es que aquí surge un parámetro en forma de contraposición que Nietzsche irá a extrapolar posteriormente a otros ámbitos morales. Germina aquí un rescate de la contraposición presocrática entre Apolo y Dionisio, destacando así la búsqueda de un resurgimiento de lo que representa el Dios griego Dionisio en el espíritu de la música, el teatro y el arte. Apolo era gloria, ideal y luz. Dionisio en cambio era caos, instinto y oscuridad. Esta especie de arquetipo pareciera reproducirse y expandirse a ámbitos insospechados: la memoria y el olvido, humanidad y animalidad, cultura y civilización, la compasión y la donación, la moral de los nobles y la moral del esclavo entre muchos otros.
Lo que sigue es conocido, las consideraciones intempestivas, La gaya ciencia, Ecce Homo y El anticristo. Bajo mi mirada leyendo a Nietzsche comienza con El nacimiento de la tragedia en el espíritu de la música porque facilita el entendimiento de la evolución de su pensamiento filosófico-moral, que él mismo experimentó, en la vida que lo llevó a nuestra estantería y a la locura.

lunes, 10 de junio de 2013

Liderazgo: Construyendo auténtica calidad en el servicio y la entrega

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Existen diversas formas de entender el liderazgo. Quizás en otro momento podamos mostrar otras maneras de ejercer el liderazgo. En lo que sigue quiero recorrer brevemente algunos elementos que constituyen las bases del liderazgo facilitador.

                Para poder establecer al menos en parte la base de esta forma de liderazgo organizacional debemos introducirnos brevemente en la diferenciación en el debate contemporáneo filosófico entre compasión y donación. Las bases de la diferenciación se establecen en los fundamentos de la doctrina cristiana de la iglesia puesto que se propugna el amor al prójimo con expresas indicaciones que proponen y defienden el rol de la compasión en la construcción de la doctrina. Diversos filósofos, desde Spinoza hasta Nietzsche identifican un problema en dicha doctrina que en lo superficial aparenta honestidad. Los filósofos no obstante nos indican que tal honestidad no es más que una fachada de honestidad cristiana. El fundamento de tal crítica apunta a la existencia de dos elementos principales: a) Existe una tasa de retorno para aquel que entrega compasión b) la compasión es entregada sobre la base de un incremento de poder que se obtiene precisamente mediante la entrega de compasión. El problema surge entonces a raíz de que no cumple con aquello que se promete. La entrega no es pura ni honesta.  Aquí es donde podemos aproximarnos a la noción de donación. Se indica que la gracia del don o la donación es que sus orígenes tribales indican que se corresponde con un don de rivalidad (véase M. Mauss). El don de rivalidad es la demostración de opulencia a un jefe de una tribu rival mediante el sacrificio de animales o regalos opulentos que pretenden mostrar al rival lo mucho de lo que pueden dispensar. En tal caso se pretende mostrar que la donación es un no recibir a cambio. La verdadera entrega no entrega para recibir; más bien se constituye en el mismo acto como una especie de chorreo.

                El líder facilitador es un líder que está consciente de diversos hechos que afectan su manera de mostrarse en el mundo. En primer lugar el líder debe saber que él no es importante. El foco debe estar puesto en los participantes. El proceso que él experimenta no es importante para la facilitación. En segundo lugar el líder debe tener los ojos fijos puestos sobre la consecución del objetivo grupal. Debe adicionalmente velar por el cumplimiento de tal objetivo sin intervenir directamente en el aprendizaje de los participantes. Si el líder así lo hiciera sería más bien un líder autoritario y narcisista.  El líder debe evitar en lo posible cosechar el éxito de la actividad, una vez que se ha cumplido el objetivo el líder se retrotrae del equipo, idealmente abandona el lugar de la facilitación. Con ello se asegura que la entrega se de en calidad de una donación y no en función de la compasión que esperaría vítores y reconocimientos. El líder opera en muchas ocasiones apoyando desde la servicialidad, lo ideal es que en estos casos tal apoyo ocurra desde lugares ocultos o poco visibles, sin llamar la atención sobre el servicio prestado sino manteniendo el foco puesto tanto en la consecución de los objetivos grupales como el aprendizaje personal de cada participante. Agregar en último lugar que las tareas del líder facilitador son todas; sobre todo las más simples, cotidianas y en ocasiones las tareas que un líder narcisista no realizaría. El liderazgo facilitador o en ocasiones también referido como auténtico implica que al finalizar el día, el líder se acuesta tranquilo porque sabe que todo aquello en lo cual sirvió lo hizo en forma de donación, como algo que estando demás simplemente chorrea, fluye, no espera a cambio.