viernes, 15 de octubre de 2010

Anti-tratado sobre el amor y el estar juntos en tiempos inactuales



Años, algo que aparece como grande o pequeño dependiendo del momento individual de cada uno al confrontar esa cantidad de años con mi ego. Años que se encojen, otros que se estiran, que llenan espacios, que vacían espacios, con su existencia ficticia, medible, quizás para hacer nuestra permanencia en lo desconocido por conocer un poco más aguantable. ¿Y qué mejor que compartir?
Recuerdo entonces una película que hace tiempo les recomendé a viva voz, llamada “Into the Wild”. Una de las cosas remarcables de ésta película es lo siguiente. La Libertad como la entiende el protagonista, lo lleva a apartarse. Es decir a estar en un proceso de aportación, primero de la familia, luego de los amigos y finalmente de la sociedad. Lo interesante es que en el clímax de su huida, se da cuenta que comienza a entender algo que es muy cierto a mis ojos, algo que hoy por hoy es vital. Se da cuenta que la felicidad, solamente es real cuando se comparte. Remarcable punto, el de descubrir que la humildad inicial de reconocer a los suyos, a los que comparten la felicidad, y por lo tanto la hacen real no entra en un conflicto esencial con uno mismo, cómo si lo hace el soberbio, el que se da cuenta al final que lo bueno de la vida era compartido. Que nada nos pertenece, que la pertenencia solo es objetivación. Objetivación en un mundo que no es objetivo. Objetivación hecha por un sujeto, acostumbrado a la soledad, a no compartir su felicidad; objetivación que no es real, porque el mundo no es ni nunca será objetivo, entendible, moldeable a la razón.
Existen bien entendidos dos formas de entender el amor, en donde una de ellas es la falacia acerca del amor y la otra es bien entendida, en su naturaleza, amor. El amor que lo exige, y el amor que lo entrega. El amor que lo exige tiene una concepción egoísta del concepto. El amor que lo entrega tiene una visión solidaria del mismo. Dos ejemplos: Primero; el amor en la modernidad ha perdido parte de lo que le pertenecía. Esto ha sido apropiado por la industria del cine, el marketing comercial y en general todo lo referido a lo fetichista del amor, comprendido como lo hacen ellos. Este fetichismo es referido a la pregunta individualista de ¿Cómo me veo yo con el otro? ¿El otro, me da amor beneficioso? Lo fetichista es lo querible para mí ego de ese amor. Encontramos entonces ejemplos hollywoodenses en donde el amor es presentado como algo que beneficia a los individuos en tanto que sujetos, medianamente desligados del otro. Nos hemos olvidado entonces, al parecer, de la concepción original en la sociedad moderna del concepto, en su uso que yo denominaré, sin miedo a equivocarme el uso correcto. Entonces: Segundo; el amor que lo entrega todo, el amor que tiene su foco fuera de sí. Si uno quiere hilar fino, el foco está en ambos; pero logra estar puesto en ambos porque yo elijo no ponerlo en mí. Es decir poniendo el foco en la otra persona se está en concreto poniendo el foco en ambos. Porque esa idea de ambos exige primeramente que el foco no esté puesto en mí, para así evitar el fetichismo del sujeto individual. Ahora cómo podemos concretizar esta visión a través de un ejemplo de claro amor moderno. Romeo y Julieta, ejemplo mirado en menos, condenado quizás por siutiquería, sin comprender realmente la siutiquez, y errando por completo el análisis en consecuencia.
Es precisamente en este ejemplo en donde apreciamos la forma que el verdadero amor debe tomar en cuanto a verdadero. Contrastando con la forma clásica de comprender el amor, en dónde éste es visto como un tratado, de ceder hasta cierto punto, de turnos, de una vez tu, una vez yo, dando lugar así al si yo lo hize tu debes hacerlo. Que no es más que buscar el beneficio personal en algo que precisamente NO corresponde a una empresa. NO es un tratado. NO lo es porque en el amor yo Debo estar dispuesto a “perder”. A “perder” sin chistar, es decir sin manifestar después un reclamo de trato injusto, exigiendo por lo tanto justicia, poniendo el foco en un mismo.
Romeo y Julieta son lo contrario. En primer lugar, y rescatando algo importante antes de lo verdaderamente importante, encontraremos aquí la total aceptación del otro. Aceptación en cuanto a defectos del otro, reconociendo a un individuo en constante devenir en el otro, y por lo tanto en constante formación, sin nunca llegar a ser formado por completo. Por lo cual ésta aceptación en forma de heme aquí con mis defectos, trato de ser mejor, pero no soy perfecto, voy a tratar e intentar pero si no puedo es normal. Agregando incluso, lo normal de no poder ser final, lo normal de ser siempre devenir de otro que no soy yo.
Pero lo esencial del ejemplo de Romeo y Julieta es lo siguiente, referido a la forma de morir que ellos han “elegido”. Se grafica aquí el sacrificio del yo, en pos de un estar siempre juntos, es decir lo que hemos manifestado con anterioridad, el no poner el foco en mí (sacrificio del yo) y en cambio si ponerlo siempre en el otro (estar siempre juntos). Aquí vemos que el verdadero amor sacrifica su yo, por la noción de juntos. La noción de juntos no existe cuando el foco esta puesto en el yo. Y para estar juntos el sujeto debe olvidarse de su ego. El ego pasaría a ser algo como el ego de lo junto.
Julieta se toma algo para aparentar su muerte. Cuando Romeo la ve muerta (y no sigue su instinto, que sería lo condenable en este caso, ya que su instinto le debe decir, ella no puede haber sido tan egoísta de haberse ido sola) no aceptando ser sujeto en el mundo sin ella; no aceptando ser objeto del sujeto de Julieta sin Julieta; y se suicida con veneno, se da lo que se temía. Las decisiones son radicales porque Romeo no sigue su instinto, que le debería decir que Julieta no puede suicidarse, porque sí siente el verdadero amor por él. Pero él se mata, por el error de interpretación que comete. En consecuencia con Romeo muerto de verdad, el verdadero amor de Julieta por Romeo solamente pudo salir a la superficie de manera tal que ella Debe acompañar a Romeo en su último viaje y por eso poniendo el foco fuera de ella, se entrega por completo al amor y se mata.
Por lo tanto el amor lo entrega todo y no exige nada. Es ese el mensaje que quiero transmitir aquí, a la brevedad, con cierta rapidez y con cierto pavor frente a las verdades que estoy deviniendo. El amor es 100% el otro, y 0% yo.
El amor es Mi sacrificio. El amor No es negociación, por que cuando negociamos nuestro amor, ya no es amor, ahí ya es fetichismo hollywoodense, que en esta realidad tiene infestadas las mentes de los amantes alejándolos del amor, y arrastrándolos al ego.
¡Acéptame con mis falencias! Con mi devenir de otro, que no seré yo. No negociemos nuestro amor, entreguémoslo por completo para así crear lo junto de nosotros, dejando fuera nuestros egos. El amor egoísta es cínico e hipócrita, porque no es amor compartido. Solo es amor a sí mismo.

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