La Solución: Resulta curioso, por no decir sospechoso, los cambios que se generan en el lenguaje con el paso del tiempo, de tal manera que algunos conceptos pierden parte de su significación etimológicamente anterior y quizás original, frente a los nuevos usos. En este caso la solución es solamente visto con dos prismas que se creen distintos. En primer lugar en su relación con problema, apuntando precisamente a la eliminación del problema. Y en segundo lugar con su acepción química, hace referencia a un compuesto de carácter de solvente de otras sustancias. Sin embargo pareciera que con esta separación de las acepciones, se tiende a perder lo que en verdad quiere decir la palabra. Es entonces menester señalar toda la dimensión del concepto, la cual, como el lector podrá intuir, es una combinación de ambas acepciones anteriormente señaladas. Y es que la solución, confrontada al problema, lo que hará será disolverlo. Cabe destacar que no solamente estamos hablando de confrontar, remediar, o eliminar, sino de solucionar en el sentido de transformar en nada. Si permanecemos en un ámbito filosófico, podemos señalar además que la irrupción, el rompimiento, se produce con el problema. La Solución es algo demasiado humano, más humano incluso que el problema. Porque el problema podríamos argumentar tiene una reminiscencia de lo natural, en cambio la solución, como arquetipo, como estructura, como adyacente al problema, es mucho más humana. Voluntad de totalización, Irrupción de lo finito, Voluntad de Ilusión. Sin embargo cabe recordar a Nietzsche referido a lo trágico del hombre. De su Naturaleza trágica. Nos hace pensar, que en realidad solo existen problemas. Las soluciones, verdaderas, no pueden existir. Quizás solo en un ámbito químico.
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