La calle, aturdida, aullaba a mi alrededor.
Alta, delgada, de luto ,con dolor majestuoso,
Pasó una mujer a mi lado, con mano fastuosa
Alzaba y mecía lo mismo festón que dobladillo;
Ágil y noble pasó, con piernas de estatua.
Mi alma no cesaba de beber de sus pupilas,
Cielo lívido con gérmenes tormentosos,
La dulzura que fascina y el placer que mata.
Un relámpago... ¡Y ya la noche! — Belleza fugitiva,
Mirada que me hizo renacer,
¿Es que no te veré más sino en la eternidad?
Desde ya, ¡lejos de aquí! ¡Demasiado tarde! ¡Quizás nunca!
Ignoro de donde vienes, y no sabes a donde voy,
¡Oh, tú!, a quien hubiese amado, ¡oh, tú que lo supiste!
Alta, delgada, de luto ,con dolor majestuoso,
Pasó una mujer a mi lado, con mano fastuosa
Alzaba y mecía lo mismo festón que dobladillo;
Ágil y noble pasó, con piernas de estatua.
Mi alma no cesaba de beber de sus pupilas,
Cielo lívido con gérmenes tormentosos,
La dulzura que fascina y el placer que mata.
Un relámpago... ¡Y ya la noche! — Belleza fugitiva,
Mirada que me hizo renacer,
¿Es que no te veré más sino en la eternidad?
Desde ya, ¡lejos de aquí! ¡Demasiado tarde! ¡Quizás nunca!
Ignoro de donde vienes, y no sabes a donde voy,
¡Oh, tú!, a quien hubiese amado, ¡oh, tú que lo supiste!
(Elocuencia y coherencia de índole cuasi surrealista. Identificacion
del hombre con su nuevo entorno. Lo propio de la ciudad, ahora
objeto de poesías. Una vez mas la poesía se reinventó y demostró
lo bien que suele captar lo inobjetivable, lo no-aprehensible)
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