Existen diversas formas de entender el
liderazgo. Quizás en otro momento podamos mostrar otras maneras de ejercer el
liderazgo. En lo que sigue quiero recorrer brevemente algunos elementos que
constituyen las bases del liderazgo facilitador.
Para
poder establecer al menos en parte la base de esta forma de liderazgo
organizacional debemos introducirnos brevemente en la diferenciación en el
debate contemporáneo filosófico entre compasión y donación. Las bases de la
diferenciación se establecen en los fundamentos de la doctrina cristiana de la
iglesia puesto que se propugna el amor al prójimo con expresas indicaciones que
proponen y defienden el rol de la compasión en la construcción de la doctrina.
Diversos filósofos, desde Spinoza hasta Nietzsche identifican un problema en
dicha doctrina que en lo superficial aparenta honestidad. Los filósofos no
obstante nos indican que tal honestidad no es más que una fachada de honestidad
cristiana. El fundamento de tal crítica apunta a la existencia de dos elementos
principales: a) Existe una tasa de retorno para aquel que entrega compasión b)
la compasión es entregada sobre la base de un incremento de poder que se
obtiene precisamente mediante la entrega de compasión. El problema surge
entonces a raíz de que no cumple con aquello que se promete. La entrega no es
pura ni honesta. Aquí es donde podemos
aproximarnos a la noción de donación. Se indica que la gracia del don o la
donación es que sus orígenes tribales indican que se corresponde con un don de
rivalidad (véase M. Mauss). El don de
rivalidad es la demostración de opulencia a un jefe de una tribu rival mediante
el sacrificio de animales o regalos opulentos que pretenden mostrar al rival lo
mucho de lo que pueden dispensar. En tal caso se pretende mostrar que la
donación es un no recibir a cambio. La verdadera entrega no entrega para
recibir; más bien se constituye en el mismo acto como una especie de chorreo.
El
líder facilitador es un líder que está consciente de diversos hechos que
afectan su manera de mostrarse en el mundo. En primer lugar el líder debe saber
que él no es importante. El foco debe estar puesto en los participantes. El
proceso que él experimenta no es importante para la facilitación. En segundo
lugar el líder debe tener los ojos fijos puestos sobre la consecución del
objetivo grupal. Debe adicionalmente velar por el cumplimiento de tal objetivo
sin intervenir directamente en el aprendizaje de los participantes. Si el líder
así lo hiciera sería más bien un líder autoritario y narcisista. El líder debe evitar en lo posible cosechar el
éxito de la actividad, una vez que se ha cumplido el objetivo el líder se
retrotrae del equipo, idealmente abandona el lugar de la facilitación. Con ello
se asegura que la entrega se de en calidad de una donación y no en función de
la compasión que esperaría vítores y reconocimientos. El líder opera en muchas
ocasiones apoyando desde la servicialidad, lo ideal es que en estos casos tal
apoyo ocurra desde lugares ocultos o poco visibles, sin llamar la atención
sobre el servicio prestado sino manteniendo el foco puesto tanto en la
consecución de los objetivos grupales como el aprendizaje personal de cada
participante. Agregar en último lugar que las tareas del líder facilitador son
todas; sobre todo las más simples, cotidianas y en ocasiones las tareas que un
líder narcisista no realizaría. El liderazgo facilitador o en ocasiones también
referido como auténtico implica que al finalizar el día, el líder se acuesta
tranquilo porque sabe que todo aquello en lo cual sirvió lo hizo en forma de
donación, como algo que estando demás simplemente chorrea, fluye, no espera a
cambio.
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