Parte 1 ó sobre las conchas vacías
El presente ensayo tiene como objetivo fundamental dilucidar y actualizar el debate en torno a una figura que Aristóteles llamó Entimema y que, como veremos, está muy presente en la modernidad; para estos efectos buscaré entrar en el debate a través de algunos acercamientos efectuados por Carlo Ginzburg a través de su análisis de la figura del entimema y aquella referida al paradigma de inferencias indiciales. De esta manera derivaremos en el denominado modelo de justicia, que nos ayudará a comprender y extrapolar el ejemplo al ámbito historiográfico. Finalmente concluiremos con una breve referencia al debate surgido en torno a la verdad histórica y su trato para con el historiador, que ha ocasionado cierta resistencia por parte de Ginzburg.
Al analizar con detención el concepto de Entimema, usado en “la retórica” de Aristóteles, y recogido por Ginzburg en su texto History, Rethoric, and Proof: Aristotle and History, Once More me veo en la perspectiva ideal para relacionarlo con otro texto que Ginzburg presenta en su Libro Mitos, Emblemas e Indicios: Indicios, Raízes de un paradigma de inferencias indiciales . El primero tratado como un silogismo incompleto, y el segundo resumido como la inferencia de lo invisible a partir de lo visible. Existe en ambos casos un salto metafórico que se realiza, que resulta casi imperceptible en muchos ámbitos de la sociedad contemporánea. Esto porque tanto en el rol que cumple el juez, como en aquel que cumple el historiador, estos saltos, que no necesariamente responden a la búsqueda de la verdad, y sí se relacionan en cambio con otros preceptos de nuestra sociedad contemporánea, tienen una característica especial, que ya dilucidaremos, relacionada con la voluntad de ilusión y la imagen que nos hacemos del mundo.
El paradigma de inferencias indiciales no tuvo, sino hasta la intervención de Ginzburg, la atención requerida, según palabras del propio autor. Para demostrar la existencia de tal paradigma, recuerdo de todas las relecturas del texto particularmente el rol de Morelli, Holmes, Freud, y el ejemplo de los tres hermanos. Y en cada una de las reconstrucciones que buscaban demostrar la existencia de ese paradigma se refleja que la relación con la figura del entimema es más y más estrecha. Principalmente porque en cada una de ellas falta parte de la argumentación, por lo que estamos en presencia de un silogismo incompleto. Sin embargo quiero volver sobre algo anterior o incluso más simple. Cada una de ellas busca establecer una verdad. Ese es un hilo conductor que se está dejando de lado. Los ejemplos que da Ginzburg lo logran con distintos grados de exactitud. Existen ámbitos donde resulta muy útil, y ahí ubicaríamos a Holmes y los tres hermanos, ya que podríamos afirmar que Sherlock logra siempre inferir al asesino, como los tres hermanos al saber “leer las huellas” saben reconocer el pasado directo. En cambio Freud y Morelli están más expuestos al error. El más perjudicado vendría a ser Freud, que ha sido muy rebatido y cuyas conclusiones metodológicas distan bastante de ser la verdad que él quiso exponer o descubrir. Morelli, comete el error de querer uniformizar, normar y casi regular el uso de los detalles en las obras de arte, asumiendo que todas los lóbulos de oreja o uñas son iguales, cuando corresponden al mismo artista, por lo que esto expondría o descubriría al autor oculto (verdad oculta). Esta uniformización no constituye una verdad absoluta.
A pesar de todo lo anterior no pretendo renegar de algo que a mi forma de apreciar este asunto, Ginzburg descubre, pero no expone incisivamente. El asunto de la verdad, como concepción metafísica de la realidad, como directriz para la correcta inferencia a partir de los indicios, o a partir de la argumentación incompleta. Esta directriz no se corresponde en la contemporaneidad con un solo concepto político o social, ni tampoco con un núcleo de personas ejerciendo un poder desde lo oculto. Tratare de echar luces sobre este asunto tomando dos ámbitos de lo social de nuestros días, que creo que servirán para lograr llegar al fondo del tema. Por un lado la verdad construida (o aplicada) por el juez (o en su defecto por la ley, en ausencia de jurisprudencia) y por otro la verdad que busca el historiador (y que también pretende construir o reconstruir).
Si en algún momento buscáramos los culpables, deberemos encontrarnos con un escenario en el cual este proceso de dar por dada parte de la argumentación, para facilitar la inferencia de una verdad (del modo que sea), no es algo que necesariamente se dé en conciencia. Muchas veces lo condicionado que se encuentra en partes de la sociedad, es influido por algo similar a lo que Hegel llama “der Volksgeist”. No podemos entonces a mi parecer hablar de una supra-mente tras los hechos, sino mas bien de una influencia de la-forma-de-ser en el desarrollo del entimema. ¿Pero de qué manera se manifiestan los entimemas hoy?
En un recorrido interesante que hace Ginzburg en su breve ensayo Checking the evidence: The judge and the historian nos presenta en una primera aproximación los puntos en común de aquello que atañe más al ámbito social y aquello que lo hace más al ámbito del historiador. Sin embargo reconoce después que se ha tendido a instalar una tendencia:
“This judicial model, by emphasizing already existing tendencies, has had a double impact on historiography. On one hand it urges historians to focus on events (political, military, diplomatic) that could be easily ascribed to specific actions performed by one or more individuals; on the other it disregards those phenomena (like social life, mentalites, and so on) that resist an approach based on this explanatory framework ”.
Puedo entonces sin problemas hablar de que Ginzburg se refiere a que existe en efecto un sesgo, que viene a ser producto de un modelo judicial, que vendría a influir el trabajo historiador, generando un foco de atención en eventos significativos y dejando de considerar muchas acciones especificas que vendrían a caer fuera del marco de análisis.
Especificando, e hilando un poco más fino, puedo concluir que puede que sí en algunos casos la explicación histórica podría estar completa considerando solo algunos eventos y personas o grupos de personas responsables, ya que aquello específico que se omite no vendría a alterar mayormente la conclusión final. ¿Sin embargo qué sucede cuando ésta influencia, que ejercería lo-omitido, fuera realmente importante, o podría significar un debate enardecido y favorecer la desunión o la polarización? Aun así se omitiría. Porque es muy simple, ya que cae fuera del método, fuera de lo que se debe ocupar el mismo. ¿Y para qué?
Para favorecer las imágenes y las ilusiones que inevitablemente nos hacemos del mundo. Son con las ponderaciones recién vistas, que las gentes que habitan las sociedades le dan sentido a su tiempo. El Bicentenario, los héroes de la patria, el enemigo foráneo, los grandes eventos deportivos, el juicio de Núremberg, el fin de las ideologías, etc. Para la instalación en el disco duro de la sociedad de tales hechos, se tiende a prescindir de parte de la argumentación (fuese la que fuese) y se favorece así algo que Nietzsche denominaría la voluntad de ilusión. Cito:
“Solamente mediante el olvido puede el hombre alguna vez llegar a imaginarse que está en posesión de una verdad en el grado que acabamos de señalar. Si no quiere contentarse con la verdad en la forma de tautología, es decir, con conchas vacías, entonces trocará perpetuamente ilusiones por verdad ”.
Lo mismo sucede en aquello que hemos descrito hasta el momento, es decir this judicial model cambia ilusiones por verdades en muchos o la mayoría de sus casos (también los que atañen a la historia y al historiador).
El presente ensayo tiene como objetivo fundamental dilucidar y actualizar el debate en torno a una figura que Aristóteles llamó Entimema y que, como veremos, está muy presente en la modernidad; para estos efectos buscaré entrar en el debate a través de algunos acercamientos efectuados por Carlo Ginzburg a través de su análisis de la figura del entimema y aquella referida al paradigma de inferencias indiciales. De esta manera derivaremos en el denominado modelo de justicia, que nos ayudará a comprender y extrapolar el ejemplo al ámbito historiográfico. Finalmente concluiremos con una breve referencia al debate surgido en torno a la verdad histórica y su trato para con el historiador, que ha ocasionado cierta resistencia por parte de Ginzburg.
Al analizar con detención el concepto de Entimema, usado en “la retórica” de Aristóteles, y recogido por Ginzburg en su texto History, Rethoric, and Proof: Aristotle and History, Once More me veo en la perspectiva ideal para relacionarlo con otro texto que Ginzburg presenta en su Libro Mitos, Emblemas e Indicios: Indicios, Raízes de un paradigma de inferencias indiciales . El primero tratado como un silogismo incompleto, y el segundo resumido como la inferencia de lo invisible a partir de lo visible. Existe en ambos casos un salto metafórico que se realiza, que resulta casi imperceptible en muchos ámbitos de la sociedad contemporánea. Esto porque tanto en el rol que cumple el juez, como en aquel que cumple el historiador, estos saltos, que no necesariamente responden a la búsqueda de la verdad, y sí se relacionan en cambio con otros preceptos de nuestra sociedad contemporánea, tienen una característica especial, que ya dilucidaremos, relacionada con la voluntad de ilusión y la imagen que nos hacemos del mundo.
El paradigma de inferencias indiciales no tuvo, sino hasta la intervención de Ginzburg, la atención requerida, según palabras del propio autor. Para demostrar la existencia de tal paradigma, recuerdo de todas las relecturas del texto particularmente el rol de Morelli, Holmes, Freud, y el ejemplo de los tres hermanos. Y en cada una de las reconstrucciones que buscaban demostrar la existencia de ese paradigma se refleja que la relación con la figura del entimema es más y más estrecha. Principalmente porque en cada una de ellas falta parte de la argumentación, por lo que estamos en presencia de un silogismo incompleto. Sin embargo quiero volver sobre algo anterior o incluso más simple. Cada una de ellas busca establecer una verdad. Ese es un hilo conductor que se está dejando de lado. Los ejemplos que da Ginzburg lo logran con distintos grados de exactitud. Existen ámbitos donde resulta muy útil, y ahí ubicaríamos a Holmes y los tres hermanos, ya que podríamos afirmar que Sherlock logra siempre inferir al asesino, como los tres hermanos al saber “leer las huellas” saben reconocer el pasado directo. En cambio Freud y Morelli están más expuestos al error. El más perjudicado vendría a ser Freud, que ha sido muy rebatido y cuyas conclusiones metodológicas distan bastante de ser la verdad que él quiso exponer o descubrir. Morelli, comete el error de querer uniformizar, normar y casi regular el uso de los detalles en las obras de arte, asumiendo que todas los lóbulos de oreja o uñas son iguales, cuando corresponden al mismo artista, por lo que esto expondría o descubriría al autor oculto (verdad oculta). Esta uniformización no constituye una verdad absoluta.
A pesar de todo lo anterior no pretendo renegar de algo que a mi forma de apreciar este asunto, Ginzburg descubre, pero no expone incisivamente. El asunto de la verdad, como concepción metafísica de la realidad, como directriz para la correcta inferencia a partir de los indicios, o a partir de la argumentación incompleta. Esta directriz no se corresponde en la contemporaneidad con un solo concepto político o social, ni tampoco con un núcleo de personas ejerciendo un poder desde lo oculto. Tratare de echar luces sobre este asunto tomando dos ámbitos de lo social de nuestros días, que creo que servirán para lograr llegar al fondo del tema. Por un lado la verdad construida (o aplicada) por el juez (o en su defecto por la ley, en ausencia de jurisprudencia) y por otro la verdad que busca el historiador (y que también pretende construir o reconstruir).
Si en algún momento buscáramos los culpables, deberemos encontrarnos con un escenario en el cual este proceso de dar por dada parte de la argumentación, para facilitar la inferencia de una verdad (del modo que sea), no es algo que necesariamente se dé en conciencia. Muchas veces lo condicionado que se encuentra en partes de la sociedad, es influido por algo similar a lo que Hegel llama “der Volksgeist”. No podemos entonces a mi parecer hablar de una supra-mente tras los hechos, sino mas bien de una influencia de la-forma-de-ser en el desarrollo del entimema. ¿Pero de qué manera se manifiestan los entimemas hoy?
En un recorrido interesante que hace Ginzburg en su breve ensayo Checking the evidence: The judge and the historian nos presenta en una primera aproximación los puntos en común de aquello que atañe más al ámbito social y aquello que lo hace más al ámbito del historiador. Sin embargo reconoce después que se ha tendido a instalar una tendencia:
“This judicial model, by emphasizing already existing tendencies, has had a double impact on historiography. On one hand it urges historians to focus on events (political, military, diplomatic) that could be easily ascribed to specific actions performed by one or more individuals; on the other it disregards those phenomena (like social life, mentalites, and so on) that resist an approach based on this explanatory framework ”.
Puedo entonces sin problemas hablar de que Ginzburg se refiere a que existe en efecto un sesgo, que viene a ser producto de un modelo judicial, que vendría a influir el trabajo historiador, generando un foco de atención en eventos significativos y dejando de considerar muchas acciones especificas que vendrían a caer fuera del marco de análisis.
Especificando, e hilando un poco más fino, puedo concluir que puede que sí en algunos casos la explicación histórica podría estar completa considerando solo algunos eventos y personas o grupos de personas responsables, ya que aquello específico que se omite no vendría a alterar mayormente la conclusión final. ¿Sin embargo qué sucede cuando ésta influencia, que ejercería lo-omitido, fuera realmente importante, o podría significar un debate enardecido y favorecer la desunión o la polarización? Aun así se omitiría. Porque es muy simple, ya que cae fuera del método, fuera de lo que se debe ocupar el mismo. ¿Y para qué?
Para favorecer las imágenes y las ilusiones que inevitablemente nos hacemos del mundo. Son con las ponderaciones recién vistas, que las gentes que habitan las sociedades le dan sentido a su tiempo. El Bicentenario, los héroes de la patria, el enemigo foráneo, los grandes eventos deportivos, el juicio de Núremberg, el fin de las ideologías, etc. Para la instalación en el disco duro de la sociedad de tales hechos, se tiende a prescindir de parte de la argumentación (fuese la que fuese) y se favorece así algo que Nietzsche denominaría la voluntad de ilusión. Cito:
“Solamente mediante el olvido puede el hombre alguna vez llegar a imaginarse que está en posesión de una verdad en el grado que acabamos de señalar. Si no quiere contentarse con la verdad en la forma de tautología, es decir, con conchas vacías, entonces trocará perpetuamente ilusiones por verdad ”.
Lo mismo sucede en aquello que hemos descrito hasta el momento, es decir this judicial model cambia ilusiones por verdades en muchos o la mayoría de sus casos (también los que atañen a la historia y al historiador).
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