martes, 26 de abril de 2011

La idea de reconciliación en Hegel (Intermezzo)

III.
En el presente apartado analizaremos el problema del saber y la representación, que nos llevará a identificar la `contradicción´ hegeliana entre subjetividad y objetividad. Lo anterior es necesario, ya que nos permitirá encarar el análisis del concepto de reconciliación con todas las herramientas necesarias para los efectos posteriores del presente ensayo.
Primeramente hay que establecer de qué se trata la división entre saber y representación. El saber, como saber en sí mismo, solamente puede estar referido, así Hegel, a una especie de saber absoluto. Esto principalmente ya que concebir conocimiento verdadero apartado del término saber nos generaría una contradicción imperdonable. ¿Porque, cómo podría por un lado existir un conocimiento verdadero y por otro un saber que también aspira a la misma categoría?
El concepto de representación hace referencia a un estado anterior de no reconciliación. Lo no-reconciliado, pretende explicar la distancia previa al advenimiento del espíritu absoluto, precisamente entre saber y representación. La representación no es entonces para Hegel un conocimiento totalmente negativo, sino más bien unilateral. En palabras del propio Hegel: “…la meta se halla tan necesariamente implícita en el saber como la serie que forma el proceso; se halla allí donde el saber no necesita ir más allá de sí donde se encuentra a sí mismo y el concepto corresponde al objeto y el objeto al concepto” . Vale decir entonces que la distancia entre concepto y objeto, previa al advenimiento ya señalado corresponde a lo representado, lo cual en contraste con el término saber genera un problema en cuanto a la intención de representar aquello que verdaderamente es el saber. Esto solamente se disuelve mediante lo que Hegel nos indica, que es precisamente cuando el objeto es el concepto (ya sin representación) y viceversa.
Podemos inferir la relación concepto-objeto en su dimensión histórica. Si en su dimensión final, objeto y concepto deben formar uno solo y así evitar la contradicción primaria, entonces en sus fases anteriores o históricas al advenimiento final del proceso, la contradicción debe ser ya dinámica. Esto debido a que la distancia entre concepto y objeto se iría acortando a medida que el ser humano adquiere conciencia de sí.
El presente análisis nos deja en buen pié para introducir los conceptos prometidos en el primer párrafo de este apartado. Resulta por lo tanto interesante relacionar el asunto del conocimiento, como lo concibe Hegel, con su concepción de lo subjetivo y lo objetivo en el espíritu. Bajo la fórmula hegeliana el espíritu se divide en finito y en infinito; en dónde a su vez el espíritu finito se divide en subjetivo y objetivo. El conocimiento parcial, o bajo términos estrictamente hegelianos, la verdad unilateral, tiene su origen en el espíritu subjetivo. Dudley escribe: “The reconciliation with nature achieved through philosophy (and art and religion, the other activities that Hegel treats in absolute spirit) is superior to that achieved through knowing (treated in subjective spirit) or willing (treated in objective spirit) because it is not one-sided.”
El citado autor es aquí muy claro y resultará de utilidad, considerando los distintos elementos. Tomemos en cuenta que en primer lugar éste comienza por algo que nosotros trataremos en profundidad en el próximo capítulo, la reconciliación; en contraste (la cita lo coloca en ese escenario) con tal situación están el espíritu subjetivo, correspondiente al conocimiento, y el espíritu objetivo correspondiente a la voluntad. Comprenderemos entonces que el espíritu objetivo es precisamente la objetivación (o el intento de) del espíritu subjetivo, del yo. De esta manera, en un primer momento encontraremos que en la reconstrucción histórica, Hegel va a intentar mostrarnos las luchas de ese yo por superar las barreras que lo limitan como sujeto consiente, para luego mostrarnos cómo a través de la autoconciencia, el advenimiento del espíritu objetivo se refleja en ordenamientos jurídicos y morales. Es decir exteriorizados; pero cargados con los valores morales subjetivos. Existe por lo tanto una relación contradictoria o insuficiente, dependiendo de cuán escéptica o crítica sea la lectura que hagamos de Hegel. Dicha situación únicamente encuentra el advenimiento de su situación final, su solución, o en palabras del propio Hegel, su reconciliación, justamente a través del espíritu absoluto. Todo lo anterior es necesario para el inevitable advenimiento de éste espíritu.

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