lunes, 30 de mayo de 2011

La idea de reconciliación en Hegel (Intermezzo)

IV.
Hemos finalmente llegado al momento en el cual disponemos de todas las herramientas necesarias para poder comprender a plenitud el término reconciliación, tal como lo concibe Hegel.
Para estos efectos es necesario, en este punto, introducir la idea de la reconciliación como algo inalcanzable. Para tales efectos debemos comprender que Hegel concebía un comienzo del advenimiento, separado de la idea del advenimiento total o definitivo. El espíritu absoluto se comienza a devenir cuando Hegel escribe su fenomenología, incluso desde antes, en un proceso constante, que sin embargo concibe su reconciliación total o absoluta como verdaderamente inalcanzable. Esto va a quedar claro en la siguiente cita de Dudley:
“The most important way in which art, religion, and philosophy sustain our attempts to achieve reconciliation within the social and political world is, paradoxically, by educating us to understand the impossibility of ever perfecting such reconciliation. (…) and this implies that we can reconcile ourselves with the world only by recognizing the insuperable finitude of willing. (…). On the contrary, what is called for (in politics and marriage, no less than in home ownership) is a continual effort to improve the present, in the full knowledge that there will be no future in which such an effort will have completely succeeded.(…) it will always need to be done.”
Deberían quedar en claros varios elementos que reafirman aquello que se está tratando de plantear aquí, referido a la condición de siempre incompleto, siempre contradictorio de la paradoja en cuestión. La reconciliación parcial vendría a ser, de alguna manera, la aceptación de una condición que en su totalidad nunca es superable.
No obstante existe una superación parcial de esta situación paradójica, la cual consiste, precisamente, en el ejercicio filosófico que realiza el individuo educado sobre la aceptación de la imposibilidad. Lo invita, de alguna manera, a arrimarse al saber absoluto; para a su vez devenir al espíritu absoluto en una espiral que contiene en sí misma la sabiduría de la contradicción anterior, pero que sin embargo nunca concluirá su tarea.
Vamos de esta manera discernir entre dos aspectos de esta reconciliación referidos a la condición humana en su relación concepto-objeto, uno que denominaré a) Histórico, político y social y b) del saber absoluto. Cómo el lector de alguna manera podrá advertir, efectivamente se adecúan a la subdivisión del espíritu finito (en subjetivo y objetivo) y por lo tanto facilitan el entendimiento respecto del término en cuestión.
La reconciliación comprendida desde el punto a) va a comprender para Hegel el establecimiento de la comunidad humana, representada en un ente estatal, el cual podrá garantizar el acuerdo formulado por la masa en función de su propia subjetividad valórica y moral, lo cual podrá dar lugar a la ética. Moral como algo individual, ética como algo en común, público, estatal, de común acuerdo. En cambio la reconciliación comprendida desde el punto b) implicará el desarrollo de la conciencia, en sus distintas etapas, camino a establecer, razón mediante, el saber absoluto. En ninguno de los dos casos lo absoluto es alcanzable. Sin embargo ambos, razón mediante, aceptan la inconmensurabilidad absoluta como algo que se debe buscar, sabiendo que no se encontrará; y esto permanentemente.
Habiendo comprendido la solución hegeliana al problema de la contradicción aparentemente insoluble en la manera que se ha pretendido solucionar, es tiempo de adentrarnos poco a poco en el análisis que hace Nietzsche de la misma situación; para esto iremos a esclarecer la acusación nietzscheana que ubica a la reconciliación hegeliana junto a la moral de la compasión.

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