V.
Para comprender a cabalidad lo que Nietzsche entiende como moral de la compasión, deberemos buscar las referencias ad-hoc, presentes precisamente en Aurora y en La genealogía de la moral.
La genealogía de la moral, establece en su tratado primero el problema del origen de nuestros prejuicios morales, concernientes a lo bueno y a lo malo. De ésta manera Nietzsche se preocupa de estudiar un fenómeno que él irá a denominar transvaloración de los valores (vale destacar que en los Fragmentos póstumos – El nihilismo europeo el mencionado autor intenta algo similar aplicado a su propia moral trágica; planifica así lo que hubiera sido un escrito con el título La voluntad de poder, y el consiguiente subtitulo, Intento de una transvaloración de todos los valores ). Dicho fenómeno adquiere importancia debido a que en el estudio tanto de Aurora, como de La genealogía de la moral se establece una especie de punto de quiebre, en el cual se produce una primera transvaloración de todos los valores (Umwertung aller Werte). Esta resulta particularmente importante, en cuanto que establece por vez primera que los sentimientos de los débiles son moralmente superiores a aquellos que corresponden a la exteriorización natural de la fuerza del fuerte . Es decir los débiles han conseguido que la `fuerza del fuerte´ ya no los subyugue; en cambio ellos han conseguido subyugar moral y valóricamente al fuerte.
Es de esta manera que Nietzsche establece que precisamente son ellos los débiles los resentidos. Son primeramente reactivos; se identifican como víctima, en contraste con los nobles, así dice Nietzsche, quiénes se identifican primero a sí mismos con aquello que anhelan ser (o bien con aquello que consideran que son).
Surge posteriormente un cambio en el análisis; éste pasa de ser abstracto, intempestivo y a-histórico, a ser precisamente histórico. Si bien no deja de ser nunca un recorrido por la historia de la transvaloración de los valores morales, en este punto comienza a dar ejemplos concretos. Los representantes de la moral de la compasión, la moral del esclavo, la moral del resentimiento son cristianos y judíos; y más que nada sacerdotes.
Ahora, habiendo comprendido dicha situación, debemos considerar que aun en los días contemporáneos a los escritos de Nietzsche, la moral de la compasión, es considerada la dominante, la victoriosa; y que aquellos con cualidades nobles y fuertes, son considerados como perdedores, subyugados a la solidaridad, a la compasión y a la piedad. Sentimientos bondadosos que lo que hacen para Nietzsche, es precisamente negar la realidad, negar el mundo como es. La negación no solo de ellos mismos, sino de todo lo que implica ser – humano: “los máximos odiadores de la especie humana.”
No vamos a discutir aquí si es que Nietzsche realizo o no una profunda lectura de Hegel, pero sí podemos afirmar que evidentemente Nietzsche estuvo de acuerdo en muchas cosas con él. Si consideramos el caso específico de la relación entre espíritu subjetivo y espíritu objetivo, entonces podremos llegar a una conclusión que de alguna manera reconozca que Nietzsche también logra apreciar dicha contradicción, inconmensurable en su totalidad. Principalmente debido a que el debate de lo animal versus lo racional sí está presente en Nietzsche, y fuertemente. Dicho de otro modo el problema puntual que tiene Nietzsche con la filosofía hegeliana, en este punto específico (que por muy específico que sea, es también un punto clave en tal pensamiento), corresponde justamente a la reconciliación. Para Nietzsche, no será la mejor forma de superar la contradicción; de hecho corresponderá mucho mas a un huir de su inconmensurabilidad que un enfrentar las cosas como se manifiestan, es decir contradictoria y paradójicamente.
“The reconciliation achieved by willing remains subjective for Nietzsche because it cannot affirm the impermanence of the world. The noble, unlike the decadent, is able to affirm her own thoughts and values, and to the extent that she is able to realize them through her willing, she is able to bring into being a world in wich she is at home. But any such world that is brought into being must ultimately suffer the destruction of becoming, which the noble is no more able than the decadent to affirm. The noble´s commitment to the establishment of a world based on her own thoughts and values thus represents not reconciliation with, but a flight from, the necessity of the impermanence of any worldly establishments. The affirmation of impermanence, and thus a genuine reconciliation with the world, requires the subject to achieve a tragic rather than a noble stance.”
Dicha cita, bastante elocuente, nos debe dejar en claro, que la imposibilidad de la aceptación de la impermanencia lleva a Hegel a escapar de aquello que había que enfrentar. La reconciliación es precisamente eso, un escape, una pretensión de que ese arrimarse al saber absoluto pueda garantizar la existencia de dicha síntesis. Entonces queda preguntarnos ¿Por qué cree Nietzsche que esta reconciliación pertenece a la moral de la compasión? La respuesta es simple.
Ambas situaciones se asemejan en lo que Nietzsche consideraba vital para no ser parte de la moral de la compasión. Esto recae evidentemente en el hecho de decir `sí´ o `no´ al mundo. Aunque suene extraño, puesto de esa manera, la casta sacerdotal en la genealogía de la moral, es considerada la mayor forma de renegar del mundo y del ser humano. De la misma manera el que reniega primero de sí, reafirmando la diferencia con el noble en calidad de subyugado ; es otra forma mas que hay para decirle que `no´ a la vida y a uno mismo. En contraste los nobles, que afirmando su nobleza, su aristocratía, se decían que `si´ a ellos mismos al identificarse con lo que realmente es. La reconciliación pretende escapar de la realidad, al intentar, constantemente en el tiempo, renegar de algo que es innegable en su totalidad. Debido a que la impermanencia es real, y Hegel si bien no reniega de la impermanencia, ya que incluso la postula, sino que peor aún, planifica escapes de ella sin pensar en lo descubierto acerca de la propia permanente impermanencia; Hegel más que pensar en escapar de ella debería haber pensado en cómo se vive con ella. Ya que lo más extraño es verla y vivir fingiendo que no existe.
Para comprender a cabalidad lo que Nietzsche entiende como moral de la compasión, deberemos buscar las referencias ad-hoc, presentes precisamente en Aurora y en La genealogía de la moral.
La genealogía de la moral, establece en su tratado primero el problema del origen de nuestros prejuicios morales, concernientes a lo bueno y a lo malo. De ésta manera Nietzsche se preocupa de estudiar un fenómeno que él irá a denominar transvaloración de los valores (vale destacar que en los Fragmentos póstumos – El nihilismo europeo el mencionado autor intenta algo similar aplicado a su propia moral trágica; planifica así lo que hubiera sido un escrito con el título La voluntad de poder, y el consiguiente subtitulo, Intento de una transvaloración de todos los valores ). Dicho fenómeno adquiere importancia debido a que en el estudio tanto de Aurora, como de La genealogía de la moral se establece una especie de punto de quiebre, en el cual se produce una primera transvaloración de todos los valores (Umwertung aller Werte). Esta resulta particularmente importante, en cuanto que establece por vez primera que los sentimientos de los débiles son moralmente superiores a aquellos que corresponden a la exteriorización natural de la fuerza del fuerte . Es decir los débiles han conseguido que la `fuerza del fuerte´ ya no los subyugue; en cambio ellos han conseguido subyugar moral y valóricamente al fuerte.
Es de esta manera que Nietzsche establece que precisamente son ellos los débiles los resentidos. Son primeramente reactivos; se identifican como víctima, en contraste con los nobles, así dice Nietzsche, quiénes se identifican primero a sí mismos con aquello que anhelan ser (o bien con aquello que consideran que son).
Surge posteriormente un cambio en el análisis; éste pasa de ser abstracto, intempestivo y a-histórico, a ser precisamente histórico. Si bien no deja de ser nunca un recorrido por la historia de la transvaloración de los valores morales, en este punto comienza a dar ejemplos concretos. Los representantes de la moral de la compasión, la moral del esclavo, la moral del resentimiento son cristianos y judíos; y más que nada sacerdotes.
Ahora, habiendo comprendido dicha situación, debemos considerar que aun en los días contemporáneos a los escritos de Nietzsche, la moral de la compasión, es considerada la dominante, la victoriosa; y que aquellos con cualidades nobles y fuertes, son considerados como perdedores, subyugados a la solidaridad, a la compasión y a la piedad. Sentimientos bondadosos que lo que hacen para Nietzsche, es precisamente negar la realidad, negar el mundo como es. La negación no solo de ellos mismos, sino de todo lo que implica ser – humano: “los máximos odiadores de la especie humana.”
No vamos a discutir aquí si es que Nietzsche realizo o no una profunda lectura de Hegel, pero sí podemos afirmar que evidentemente Nietzsche estuvo de acuerdo en muchas cosas con él. Si consideramos el caso específico de la relación entre espíritu subjetivo y espíritu objetivo, entonces podremos llegar a una conclusión que de alguna manera reconozca que Nietzsche también logra apreciar dicha contradicción, inconmensurable en su totalidad. Principalmente debido a que el debate de lo animal versus lo racional sí está presente en Nietzsche, y fuertemente. Dicho de otro modo el problema puntual que tiene Nietzsche con la filosofía hegeliana, en este punto específico (que por muy específico que sea, es también un punto clave en tal pensamiento), corresponde justamente a la reconciliación. Para Nietzsche, no será la mejor forma de superar la contradicción; de hecho corresponderá mucho mas a un huir de su inconmensurabilidad que un enfrentar las cosas como se manifiestan, es decir contradictoria y paradójicamente.
“The reconciliation achieved by willing remains subjective for Nietzsche because it cannot affirm the impermanence of the world. The noble, unlike the decadent, is able to affirm her own thoughts and values, and to the extent that she is able to realize them through her willing, she is able to bring into being a world in wich she is at home. But any such world that is brought into being must ultimately suffer the destruction of becoming, which the noble is no more able than the decadent to affirm. The noble´s commitment to the establishment of a world based on her own thoughts and values thus represents not reconciliation with, but a flight from, the necessity of the impermanence of any worldly establishments. The affirmation of impermanence, and thus a genuine reconciliation with the world, requires the subject to achieve a tragic rather than a noble stance.”
Dicha cita, bastante elocuente, nos debe dejar en claro, que la imposibilidad de la aceptación de la impermanencia lleva a Hegel a escapar de aquello que había que enfrentar. La reconciliación es precisamente eso, un escape, una pretensión de que ese arrimarse al saber absoluto pueda garantizar la existencia de dicha síntesis. Entonces queda preguntarnos ¿Por qué cree Nietzsche que esta reconciliación pertenece a la moral de la compasión? La respuesta es simple.
Ambas situaciones se asemejan en lo que Nietzsche consideraba vital para no ser parte de la moral de la compasión. Esto recae evidentemente en el hecho de decir `sí´ o `no´ al mundo. Aunque suene extraño, puesto de esa manera, la casta sacerdotal en la genealogía de la moral, es considerada la mayor forma de renegar del mundo y del ser humano. De la misma manera el que reniega primero de sí, reafirmando la diferencia con el noble en calidad de subyugado ; es otra forma mas que hay para decirle que `no´ a la vida y a uno mismo. En contraste los nobles, que afirmando su nobleza, su aristocratía, se decían que `si´ a ellos mismos al identificarse con lo que realmente es. La reconciliación pretende escapar de la realidad, al intentar, constantemente en el tiempo, renegar de algo que es innegable en su totalidad. Debido a que la impermanencia es real, y Hegel si bien no reniega de la impermanencia, ya que incluso la postula, sino que peor aún, planifica escapes de ella sin pensar en lo descubierto acerca de la propia permanente impermanencia; Hegel más que pensar en escapar de ella debería haber pensado en cómo se vive con ella. Ya que lo más extraño es verla y vivir fingiendo que no existe.
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