lunes, 30 de mayo de 2011

La idea de reconciliación en Hegel (Intermezzo)

VI.
El apartado final estará dedicado a las conclusiones, tal como lo planteamos al inicio del presente ensayo; no obstante será al mismo tiempo la manera que Nietzsche encontró de encarar efectivamente la contradicción y su impermanencia.
De tal manera queda únicamente despejar dos situaciones. Por un lado queda pendiente la conclusión, y por otro lado la propuesta Nietzscheana frente a lo expuesto en el capitulo V. Es importante entonces entender, que lo que iremos a hacer, será precisamente unir ambas ideas en una sola, a modo de tener un elemento conclusivo a la altura del presente ensayo. Por el lado de Nietzsche la propuesta concreta que ofrece, surge del cuestionamiento (aunque ciertamente hay ahí también un cierto reconocimiento por haber visto, a diferencia de Kant, la condición de impermanencia presentada párrafos atrás) por la mejor alternativa para enfrentar la crisis de sentido que va a generar la contradicción ya mencionada por Hegel. La solución hegeliana, la reconciliación, al ser un escapar del mundo más que un enfrentarse a la situación mundana, no es una alternativa real para Nietzsche; ya que no deviene un hombre mejor sino uno más débil. Tal es entonces la situación, que la aceptación de dicha situación va a ser representada por Nietzsche como lo dionisíaco, lo no-apolíneo; a saber el pensamiento trágico.
Dice Nietzsche sobre lo trágico en Ecce Homo:
“Hasta qué punto justamente con esto, había hallado yo el concepto de «trágico», el conocimiento definitivo de lo que es la psicología de la tragedia, lo he vuelto a exponer por ultimo en el Crepúsculo de los ídolos, p. 139. El decir si a la vida incluso en sus problemas más extraños y duros; la voluntad de vida, alegrándose en su propia inagotabilidad en el sacrificio de sus tipos más altos, -esto llamé yo dionisíaco, esto entendí yo como puente a la psicología del poeta trágico. No para desprenderse del espanto y la compasión, no para purificarse de un afecto peligroso mediante una vehemente descarga – así lo malentendió Aristóteles: sino para, más allá del espanto y la compasión, ser nosotros mismos el eterno placer del devenir (…).”
Tal pensamiento trágico es interesantemente denominado por Nietzsche como una especie de psicología. A saber entonces que no hay manera material de disolver la contradicción esencialmente humana. Solamente podemos reconocer la vida tal como es y enriquecerla; además de evitar restringirla y negarla mediante términos y conceptos que pretenden situaciones que no se condicen con la condición ya tantas veces mencionada.
De todas maneras, surge la pregunta por la tragedia, tal como la concibe Nietzsche. Para tales efectos explicaremos la relación de lo apolíneo con lo dionisíaco en la tragedia griega, lo cual nos permitirá comprender algunos rasgos más generales (recordemos que El nacimiento de la tragedia griega es un texto muy temprano de Friedrich).
Sobre lo apolíneo Nietzsche señala:
“La mirada, lo bello, la apariencia delimitan el ámbito del arte apolíneo; es el mundo transfigurado del ojo, que en sueños, con los párpados cerrados, crea artísticamente. (…). La mesura, bajo cuyo yugo se movía el nuevo mundo divino (frente a un derrocado mundo de titanes), era la mesura de la belleza: el límite que el griego tenía que respetar era el de la bella apariencia. La finalidad más intima de una cultura orientada hacia la apariencia y la mesura sólo puede ser en efecto, el encubrimiento de la verdad.”
En cambio, acerca del surgimiento de lo referido a lo dionisíaco Nietzsche menciona:
“En un mundo estructurado de esa forma y artificialmente protegido irrumpió ahora el extático sonido de la fiesta dionisíaca, en el cual la desmesura toda de la naturaleza se revelaba a la vez en placer y dolor y conocimiento. Todo lo que hasta ese momento era considerado como límite, como determinación de la mesura, demostró ser aquí una apariencia artificial: la «desmesura» se develó cómo verdad.”
Finalmente anuncia el nacimiento del pensamiento trágico (se dice de sí mismo el primer pensador trágico ):
“Un arte que en su embriaguez extática hablaba la verdad ahuyentó a las musas de las artes de la apariencia; en el olvido de sí producido por los estados dionisíacos pereció el individuo, con sus límites y mesuras; y un crepúsculo de los dioses se volvió inminente. (…). Tendía hacia una nueva y superior [invención] de la existencia, hacia el nacimiento del pensamiento trágico.-“
Ya hemos podido apreciar en las citas anteriores varios elementos que debemos repasar para generar claridad con respecto a ellas. En primer lugar el mundo iluminado de lo apolíneo. La preocupación gira en torno a la representación bella de las cosas y situaciones que Nietzsche denominará a diferencia de todos los demás historiadores griegos, conocidos hasta entonces, menos profundas y superficiales. En oposición con tal situación, surge lo dionisíaco, lo cual dada su situación desenfrenada y desmesurada, el autor irá a relacionar con lo autentico de la vida. En más de una oportunidad Nietzsche irá a mencionar el hecho de que es precisamente este elemento el que hará comprensible la voluntad de matar, de extinguir. Aunque más allá de ello, no caben dudas que el Nietzsche tardío, vio con mucha más claridad aquello para lo cual los griegos hicieron surgir la tragedia. De lo trágico como aceptación total transformada en goce del devenir de la vida. Una situación, que una vez contrastada con la solución que propone Hegel, sin duda nos hace sentir que el pensamiento trágico está más avanzado y penetra más profundamente en todo lo que involucra la contradicción mundana que la reconciliación (a la cual siempre hay que aspirar sabiendo que nunca se podrá llegar). Preguntas nuevas surgen sin duda. ¿Es final la solución Nietzscheana? ¿O sólo es lo mejor posible? Da la impresión que la intención del autor es dar una especie de piedra de tope; una contención frente a la expansión del nihilismo por Europa.
Es complicado el asunto de pensar lo propuesto por Nietzsche como un fin. Principalmente debido a la naturaleza de la contradicción que involucra la condición humana. Tanto la situación del sujeto, objetivado en el mundo desde su-yo subjetivo, como lo constante del cambio, son problemas que han constituido un debate sobre elementos fundamentales que la modernidad, entendida como conjunto, no ha podido superar. La superación es tan necesaria, como constante la impermanencia. Tanto Hegel como Nietzsche padecen de esta condición, aunque ambos creen encontrar una salida, Nietzsche a diferencia de Hegel propone más bien una forma (un medio) de enfrentar la contradicción permanente, en contraste con Hegel quien propone la solución, a través de una reconciliación en el espíritu absoluto, vale decir una contraposición dialéctica a la contradicción. Como ya lo hemos visto, un escapar de la contradicción.
Otro tipo de cuestionamientos advienen sin duda, los cuales apuntan precisamente a nuestro conocimiento del mundo como se devino, a partir de la contemporaneidad de nuestros autores. Porque a partir de ello podemos señalar inequívocamente el rol que hoy tiene la ciencia en el desarrollo del mundo, como algo a lo cual una fenomenología del espíritu titulada System der Wissenschaft pretendía aspirar. Aspiraba, precisamente a generar la base filosófica para tal sistema. Frente a eso, ¿dónde está lo nietzscheanamente trágico hoy? ¿Se ha producido la anunciada vuelta de Dionisio? ¿Lo anunciado por Hegel acerca de la ciencia, se dio en la realidad? ¿Se da hoy?




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