El lobo y el búho
Parece que se nos va,
se aleja más y más,
del bosque a la ciudad,
a la casa del carnaval.
Observa y ya regresa,
al lugar de su origen,
y lo espera cual loco,
en su guarida.
Guarda para mí,
un lugar cerca del instinto,
lejos del fuego,
y del vino tino.
Mira y no ves,
muerde y no duele,
duele y no sangra,
se ve y no está ahí.
Cual lobo, cual búho,
con los ojos fijos ,
llorando ,
mordiendo.
Lloverá tres días más,
sin si quiera avisar,
plumaje y colmillos,
se hunden al llegar la ciudad.
Sangra,
llueve.
martes, 15 de octubre de 2013
lunes, 19 de agosto de 2013
domingo, 21 de julio de 2013
Adelanto: Sueños negros de otoño
Decir,
en este mundo hay ciertas cosas que no logramos entender, es una ingenuidad.
Decir, en este mundo la mayoría de las cosas, las entendemos es una ignorancia. En efecto porque la diferencia real entre ingenuidad e ignorancia es mínima, o
suele parecerlo cuando la contextualizamos en historias que se desarrollan en
contextos poco comprensibles a pesar de aparecer con claridad ante nuestros
ojos del alma. No solo son los contextos de estas historias las que nos hacen
dudar de todo cuanto hemos vivido, y todo cuanto hemos aprendido, sino que son
esencialmente las caras, los lugares y las situaciones las que dan vueltas
en nuestros recuerdos, y aparecen con
tanta realidad, que la propia realidad a veces pareciera dejar de tener
sentido. De algo así se trata esta historia.
Ya mis ojos se habían cerrado, eso
de los motivos es algo de menos, cada noche encontramos uno distinto, o incluso
uno idéntico que sirve como un motivo nuevo. Da lo mismo, siempre se cierran.
Lo hacen quizás a causa de todo el cansancio acumulado, y todo lo negro que se
veía al comenzar, lentamente se transforma en colores y formas, en imágenes. Lo
negro empezó a fluir con mil imágenes y se disolvió dentro de ese cuadro, y
dentro de esa pared, así como dentro de esos pasillos, dentro de las vasijas y
los muebles a la orilla del pasillo. Confluye con la luz, clara al principio, y
ahora amarilla de tez oscurita, confluye en esas pequeñas flores de adornos en
el tapete de la pared, y lo hace ver como si fuera más malo, o por lo menos
como si su intención estuviera escondida, y como si te observara. Puertas de
madera, no muy altas, no muy bajas, no muy adornadas, no muy pobres, justo para
que quepa un susto, de esos que nos dan cuando somos chicos; y muchos de ellos
vienen acompañados de temores y pesadillas varias. Porque, ¿quién de nosotros
tiene solo un susto? Nuestras pesadillas multiplican nuestros sueños por miles,
ya que por cada sueño que tenemos, los miedos y los temores son cientos, y cada
uno de ellos, de esos que calan muy hondo, y sepa cada quien si más duele en
los huesos o más en el corazón.
En invierno los días son más
oscuros. Es más difícil que un susto nos agarre en pleno verano, y si así lo
hace, cosa que sin duda sucede (alguna vez hablaremos sin duda de las
pesadillas de las noches de verano), el susto o la posibilidad de ignorarlo, o
incluso la posibilidad de salir corriendo están mucho más a nuestro alcance. En
invierno es distinto. Nuestros pasos se hacen más lentos, cada uno de ellos es
más inseguro, el frió tiende a congelar los pensamientos, y la posibilidad de
caer muerto repentinamente no es tan mala cuando pensamos que la otra opción es
enfrentar nuestras pesadillas más profundas con plena lucidez. Una muerte en
invierno se olvida, se tapa, se sufre. Pareciera ser que aquí la muerte en
persona es la que nos comunica el fallecimiento de alguien; y por favor, seamos
claros, mantengamos una mente clara, no es la parca negra la que vemos ante
nosotros en su estúpido disfraz, sino que es el escalofrío en la piel, es la
imposibilidad de mirar, de pensar, de movernos. Es un sentimiento y un miedo.
No podríamos si quiera pensar o despedirnos, es algo que va más allá de nuestra
comprensión, algo que al contacto inmoviliza. Igual que esta historia.
El invierno cayó, tal como ya lo
había hecho hace más de un año. Hace cerca de dos meses que hacía mucho frio.
Los días se habían vuelto muy tristes, largos y oscuros, pero ya saben que nada
puede realmente aplacar el ruido del flujo de la existencia. Es así como llegue
aquí.
Afuera
los árboles corren por su vida desde mi perspectiva móvil, quedándose en su
lugar y no acompañándome a esta travesía que parecía ser parte de una rutina
vil y perversa, pero eso no era ninguna novedad. La luces también prefieren el
estilo luciérnaga y pasan así por la ventana, como bendiciendo su perspectiva
móvil. Yo iba sentado atrás por elección propia, necesitaba ordenar mis
pensamientos, o posicionarlos de forma estratégica, para que no salgan
disparados, como tantas veces suele suceder. Adelante iban otros dos personajes
de esta extraña vida. Dos de las personas que más conozco. Que a la vez pueden
constituir una de las razones por las cuales aparentemente más hay que
cuidarse. Porque, ¿cómo tenerles miedo a personas que no me conocen? Esas son
las que más fáciles son de vencer, o de convencer. Más miedo deben dar aquellas
que involuntariamente te han llegado a conocer quizás en las situaciones más
extremas. Son ellas las que conocen tus debilidades. Es por esto que en
realidad voy metido dentro de mí y es así también que mis oídos se han apagado,
para solo escuchar lo que hablan mis miedos y algunos de mis sueños. Las
piernas van pesadas, y mi espalda curvada e incrustada en el asiento. Con la
cara y los ojos mirando hacia afuera, sigo observando las escapadas de luces y
árboles así como la inquietante quietud, de los caminos.
¿El
destino de este viaje? Un cliente. Así de simple. Es por eso que más aún se
diluyen las razones de este viaje. Se pareciera perder en la negrura del
ensueño esa razón por la cual yo y mi amigo estamos haciéndolo. Más aún en una
noche tan oscura, en la cual lo mejor habría sido quedarnos en nuestras casas,
a esperar que alguna golondrina anuncie el próximo verano. Sin embargo, las
noches, y los días de invierno se nos aparecen como místicas e interminables.
Largas, como solo algunos cabellos suelen ser. Es casi imposible escaparse, y
saltar a un verano, o a una primavera. A estas alturas estaría conforme con un
otoño cualquiera, que guarde la nostalgia de algún verano perdido en el olvido.
martes, 9 de julio de 2013
Roll the Dice
Lanzar los dados
Si vas a intentarlo, ve hasta el final.
De otro modo, no empieces siquiera.
Si vas a intentarlo, ve hasta el final.
Tal vez suponga perder novias, esposas,
parientes, empleos y quizá la cabeza.
Ve hasta el final.
Tal vez suponga no comer
durante 3 o 4 días.
durante 3 o 4 días.
Tal vez suponga helarte en el
banco de un parque.
Tal vez supongo la cárcel,
Tal vez suponga mofas, desdén,
aislamiento.
El aislamiento es la ventaja,
todo lo demás es un modo
de poner a prueba tu resistencia,
tus auténticas ganas de hacerlo.
de poner a prueba tu resistencia,
tus auténticas ganas de hacerlo.
Y lo harás a pesar del rechazo
y las ínfimas probabilidades
y las ínfimas probabilidades
y será mejor que cualquier otra cosa
que puedas imaginar.
Si vas a intentarlo, ve hasta el final.
No hay sensación parecida.
Estarás a solas con los
dioses y las noches arderán en
llamas.
Hazlo, hazlo, hazlo.
Hazlo.
Hasta el final.
Hasta el final.
Llevarás las riendas de la vida
hasta la risa perfecta,
es la única lucha digna que hay.
hasta la risa perfecta,
es la única lucha digna que hay.
Charles Bukowski
viernes, 28 de junio de 2013
Leyendo a Friedrich Nietzsche
Para leer a Nietzsche existen probablemente tantas maneras de generar
una aproximación como seres dispuestos a leerlo. Mi primer encuentro con la
lectura del filósofo alemán se produjo vía La
genealogía de la moral que me abrió una serie de interrogantes que
principalmente hacen referencia a la crítica de la moral occidental cristiana
que en este libro particular pareciera verse exacerbada. Tales cómo ¿qué
significa que la compasión sea rechazada y acusada de resentida? ¿Cómo se ha
recogido la genealogía que Nietzsche propone, por otros autores tales cómo
Freud, Adorno, Foucault y Derrida entre muchos otros? Las conexiones comenzaban
a develar nuevos horizontes y nuevas conexiones.
Mi segundo encuentro, aun impuesto y/o casual se dio
en forma de una aproximación a Sobre
verdad y mentira en sentido extra-moral, un texto breve que busca
establecer y aproximarse a la categoría de verdad y se aproxima a la
posibilidad de pensar la verdad y la mentira en un sentido extra o fuera de la
moral. Quizás una aproximación interesante al en sí de algunas cosas. El
contraste fue generado unas semanas después con la lectura de Humano, demasiado Humano II, un libro
escrito de principio a fin en
aforismos, muchos de los cuales abarcan un espectro amplio de la filosofía, la
mayoría de ellas orientadas a enrielar estudios de la moral (recordemos que La genealogía de la moral es el gran
libro de estudios de la moral en el cual desembocan sus antecesores Humano, demasiado humano I, Humano, demasiado humano II y Aurora).
El tercer encuentro fue ya producto de la
contradicción que se había producido en mi mente a causa de lo complejo de las
diferentes sub-temáticas tratadas. Fue entonces cuando creí que era tiempo de
buscar respuestas en Así habló
Zarathustra. Un libro escrito con parangones poéticos, repleto de metáforas
que parecieran apuntar desde otro ángulo a objetivos similares a los de La
genealogía de la moral. De hecho se ha especulado que aquí Nietzsche usa dos
formas, dos métodos completamente diferentes para apuntar a un trasfondo
similar; la decadencia y el resentimiento de los valores morales en el devenir
del mundo.
No obstante todos los acercamientos hasta ese momento,
el más importante fue aquél que me llevó a los comienzos del filósofo, a la
época del joven Nietzsche. La obra angular del joven Nietzsche es sin ninguna
duda El nacimiento de la tragedia,
que en su origen llevaba el título de El
nacimiento de la tragedia en el espíritu de la música. Existen dos elementos
que hay que considerar en relación con este texto. La primera es que existía
aun en estos años una estrecha relación entre Wagner y Nietzsche. Richard
Wagner y Friedrich Nietzsche se irán a distanciar personal e ideológicamente a
partir del momento en el cual Wagner pareciera abrazar a apolo, a San Pedro y a
la Iglesia, y por sobre todo a la creencia en la metafísica resentida; Nietzsche
recorre el camino opuesto. Esto hace que podamos vernos confrontados con ideas
que parecen extrañas si las contrastamos con el Nietzsche en mediana edad o más
aun con el Nietzsche tardío. Lo segundo que habría que señalar en este punto es
que aquí surge un parámetro en forma de contraposición que Nietzsche irá a
extrapolar posteriormente a otros ámbitos morales. Germina aquí un rescate de
la contraposición presocrática entre Apolo y Dionisio, destacando así la
búsqueda de un resurgimiento de lo que representa el Dios griego Dionisio en el
espíritu de la música, el teatro y el arte. Apolo era gloria, ideal y luz.
Dionisio en cambio era caos, instinto y oscuridad. Esta especie de arquetipo
pareciera reproducirse y expandirse a ámbitos insospechados: la memoria y el
olvido, humanidad y animalidad, cultura y civilización, la compasión y la
donación, la moral de los nobles y la moral del esclavo entre muchos otros.
Lo que sigue es conocido, las consideraciones
intempestivas, La gaya ciencia, Ecce Homo y El anticristo. Bajo mi mirada leyendo a Nietzsche comienza con El nacimiento de la tragedia en el espíritu
de la música porque facilita el entendimiento de la evolución de su
pensamiento filosófico-moral, que él mismo experimentó, en la vida que lo llevó
a nuestra estantería y a la locura.
lunes, 10 de junio de 2013
Liderazgo: Construyendo auténtica calidad en el servicio y la entrega
¡Academia de Coaching: http://bit.ly/1avSzmG!
Existen diversas formas de entender el
liderazgo. Quizás en otro momento podamos mostrar otras maneras de ejercer el
liderazgo. En lo que sigue quiero recorrer brevemente algunos elementos que
constituyen las bases del liderazgo facilitador.
Para
poder establecer al menos en parte la base de esta forma de liderazgo
organizacional debemos introducirnos brevemente en la diferenciación en el
debate contemporáneo filosófico entre compasión y donación. Las bases de la
diferenciación se establecen en los fundamentos de la doctrina cristiana de la
iglesia puesto que se propugna el amor al prójimo con expresas indicaciones que
proponen y defienden el rol de la compasión en la construcción de la doctrina.
Diversos filósofos, desde Spinoza hasta Nietzsche identifican un problema en
dicha doctrina que en lo superficial aparenta honestidad. Los filósofos no
obstante nos indican que tal honestidad no es más que una fachada de honestidad
cristiana. El fundamento de tal crítica apunta a la existencia de dos elementos
principales: a) Existe una tasa de retorno para aquel que entrega compasión b)
la compasión es entregada sobre la base de un incremento de poder que se
obtiene precisamente mediante la entrega de compasión. El problema surge
entonces a raíz de que no cumple con aquello que se promete. La entrega no es
pura ni honesta. Aquí es donde podemos
aproximarnos a la noción de donación. Se indica que la gracia del don o la
donación es que sus orígenes tribales indican que se corresponde con un don de
rivalidad (véase M. Mauss). El don de
rivalidad es la demostración de opulencia a un jefe de una tribu rival mediante
el sacrificio de animales o regalos opulentos que pretenden mostrar al rival lo
mucho de lo que pueden dispensar. En tal caso se pretende mostrar que la
donación es un no recibir a cambio. La verdadera entrega no entrega para
recibir; más bien se constituye en el mismo acto como una especie de chorreo.
El
líder facilitador es un líder que está consciente de diversos hechos que
afectan su manera de mostrarse en el mundo. En primer lugar el líder debe saber
que él no es importante. El foco debe estar puesto en los participantes. El
proceso que él experimenta no es importante para la facilitación. En segundo
lugar el líder debe tener los ojos fijos puestos sobre la consecución del
objetivo grupal. Debe adicionalmente velar por el cumplimiento de tal objetivo
sin intervenir directamente en el aprendizaje de los participantes. Si el líder
así lo hiciera sería más bien un líder autoritario y narcisista. El líder debe evitar en lo posible cosechar el
éxito de la actividad, una vez que se ha cumplido el objetivo el líder se
retrotrae del equipo, idealmente abandona el lugar de la facilitación. Con ello
se asegura que la entrega se de en calidad de una donación y no en función de
la compasión que esperaría vítores y reconocimientos. El líder opera en muchas
ocasiones apoyando desde la servicialidad, lo ideal es que en estos casos tal
apoyo ocurra desde lugares ocultos o poco visibles, sin llamar la atención
sobre el servicio prestado sino manteniendo el foco puesto tanto en la
consecución de los objetivos grupales como el aprendizaje personal de cada
participante. Agregar en último lugar que las tareas del líder facilitador son
todas; sobre todo las más simples, cotidianas y en ocasiones las tareas que un
líder narcisista no realizaría. El liderazgo facilitador o en ocasiones también
referido como auténtico implica que al finalizar el día, el líder se acuesta
tranquilo porque sabe que todo aquello en lo cual sirvió lo hizo en forma de
donación, como algo que estando demás simplemente chorrea, fluye, no espera a
cambio.
miércoles, 24 de abril de 2013
Segundo extracto de "La noción de compasión en la crítica de la moral de Nietzsche": Compasión y donación en “Así habló Zaratustra”
La compasión,
entendida como presencia de pasión ([Mit-leid]
o con-pasión), tiene, en la vida y obra del autor, su origen en las enseñanzas
de Schopenhauer, y hasta cierto punto también, las experiencias compartidas con
Wagner. Intentaremos echar luces sobre ese asunto.
Zaratustra sugiere
que los “buenos y justos”[1]
odian en primer lugar a aquél que les “destroza sus tablas de valores; al
quebrantador, al infractor”[2].
Aun cuando, en perspectiva de Nietzsche, él que destroza sus tablas de valores
es realmente el creador. Para Zaratustra se debe: “busca[r] el creador y no
cadáveres, y no rebaños ni creyentes (Z “Prólogo”, 9)”. Pero, ¿cuáles son las
tablas de valores que Nietzsche quería destruir? Si le queremos creer a
Goedert, entonces Nietzsche guía la representación del mundo como obra de un
Dios “sufrido y agónico”[3]
a partir de su propia experiencia, y más aún, a partir de su propia obra hasta
ese momento. Es por esto que aparece la sugerencia de comprender este ejercicio
como una forma de romper sus propias y personales tablas de valores.
La
situación finalmente gira alrededor de la comprensión del pensamiento trágico. La
única forma de decir-sí [Bejahung][4]
a la contradicción y al conflicto de manera honesta y real, es que no solamente
Zaratustra crezca por encima de sí mismo y ofrezca su “miel” desde adentro (lo
cual le significa a Zaratustra retornar derrotado a su montaña), sino que
también es el propio Nietzsche quién debe romper sus tablas de valores mediante
las enseñanzas del profeta. No puede ser considerado entonces, en perspectivas
de Goedert, como una casualidad que “Así
habló Zaratustra” haya sido trabajado por el autor alemán entre 1883 y 1885;
esto le otorga el lugar entre “La gaya ciencia” y “Más allá del bien y del
mal”. La gran trasgresión se produce, como ya se argumenta en el primer
capítulo de manera amplia, con “La genealogía de la moral”; pero es el inicio
del proceso de la creación de nuevos valores, que tiene su origen en “Así habló
Zaratustra”. Estas ideas no son nuevas ni descabelladas. Ya en su Ecce Homo,
Nietzsche nos muestra como este libro representa un quiebre que ya se insinúa
en “La gaya ciencia”: “que tiene cien indicios de la proximidad de algo
incomparable” (EH “Zaratustra”, 1).
Ahora,
más allá de lo fáctico de tal situación encontramos un indicio al cual elijo
otorgarle un peso especial por dos razones: Uno, por aquello que representa, y
dos, porque la indicación proviene del propio Nietzsche:
Si, por el contrario, cuento a partir de
aquel día hacia delante, hasta el alumbramiento [de Zaratustra], que sucedió de
manera repentina y bajo circunstancias de lo más inverosímiles en febrero de
1883 – la parte final, esa misma de la que he citado algunas frases en el
Prólogo, fue concluida exactamente en la hora sagrada en que Richard Wagner
moría en Venecia, – así resultan dieciocho meses de embarazo. (EH “Zaratustra”,
1)
Como es sabido, no solamente
Schopenhauer ejerció fuertes influencias sobre el joven Nietzsche, sino también
Wagner cumple durante los primeros años un rol de relativa preponderancia. Las
referencias son variopintas; pero no se nos debe escapar el hecho, de que
Nietzsche y Wagner se fueron alejando, llegando a tal punto de que Nietzsche le
dedicara más de un libro entero, exponiendo sus profundas diferencias.[5]
Lo fundamental, para nuestros efectos en este caso, es que Nietzsche pareciera
posicionar, no sin un mínimo grado de ironía y cinismo, la muerte de Wagner en
función del nacimiento de Zaratustra (EH “Zaratustra”, 1). Dicho de otra manera,
podemos estar seguros de que Nietzsche nos está sugiriendo una analogía, que
bien puede entenderse bajo los preceptos de que no es solamente la persona de
Richard Wagner quién muere en tal momento, sino también parecieran ser las
enseñanzas y residuos de Wagner en Nietzsche, quiénes mueren con el nacimiento
de Zaratustra (EH “Zaratustra”, 2). Fallece Wagner, “se gira el destino del
alma, avanza la aguja, comienza la tragedia” (EH “Zaratustra”, 2).
[1] Ibíd. Cabe destacar aquí
que “los buenos y justos” se corresponden en ojos de Goedert con una clara
referencia a [la moral de] los filisteos. Véase Capitulo primero, apartado
3.1.: “Compasión contra compasión”.
[2] Véase Ibíd. 108. El autor
cita a: Z I, “Trasmundanos”.
[3] Ibíd. 33.
[4] Ibíd.
[5] Véase CW y NCW.
jueves, 18 de abril de 2013
Encuentro con el presente: Del olvido a la experiencia
En lo que sigue, trataré de captar en breves
palabras la importancia que, y así lo proponemos, es conveniente asignar al
presente. Se dijo por ahí que los demás animales (no el ser humano) viviendo en
su instinto solamente pueden percibir el presente, y que en consecuencia el
pasado y el futuro no existen para ellos. Pareciera ser que, según lo dicho,
las nociones humanas de futuro y pasado nacen en y con el lenguaje hablado.
Si tomamos un ejemplo, dícese la
hormiga que recolecta comida para el invierno, entonces no es que la hormiga
esté realmente en tiempo presente con sus pensamientos y su mente en el futuro,
como quizás un ser humano lo estaría. La hormiga aun cuando recolecta para el
futuro, está plenamente presente y avocada a la tarea de buscar comida. Aun el
invierno no está presente para ella dado que su instinto solamente es capaz de
percibir la existencia del invierno cuando sea realmente invierno, y ningún
momento antes.
Una aproximación que nos puede
servir para comprender el fondo del asunto es pensar por un momento en la
importancia que como civilización humana le hemos otorgado a la memoria. La
memoria constituye un elemento profundamente humano y si bien debemos aceptar
su existencia, su presencia excesiva atrae resentimiento, y finalmente frena lo
dinámico del mundo. Frena lo dinámico del mundo, por ejemplo si nos aferramos
resentidamente a la idea de que determinada persona no ha fallecido (cuando en
realidad si lo hizo). Aun cuando la memoria hasta un cierto punto es necesaria,
a partir de un determinado momento toda memoria debe volver a su origen y su
origen es el olvido. El olvido es finalmente aquello que le permite a la vida
seguir construyendo más vida y luz. Muchos animales son capaces de recordar,
digamos el elefante. No obstante esa memoria es otro tipo de memoria, puesto
que no es una memoria que le impida realizar su vida, o dicho de otra manera,
no es un modo que le impida vivir en el
presente. Solamente el animal humano es capaz de memoria resentida. El
opuesto de ello es necesariamente el olvido dinámico. Muchos seres humanos
viven situaciones en sus vidas que le impiden olvidar, le impiden finalmente
seguir adelante. La única manera de seguir adelante es tarde o temprano abrirse
al olvido, abrirse a lo nuevo que se deviene. El primer paso para ello es la
apertura al cambio. No sabemos qué es lo que va a pasar, solamente sabemos que
va a cambiar y nunca será igual a antes.
Hermann
Hesse logra explicar la importancia del presente de forma magistral en su libro
Siddharta, que occidentaliza una
mitología de oriente y la mezcla con filosofía moderna. Este libro cuenta la
historia de Siddharta Gautama, un joven en su camino a la iluminación. El y su
amigo de infancia Govinda deciden dejar la casa de sus padres y salir al
encuentro de un buda que estaba de visita en el pueblo. Su amigo Govinda decide
quedarse con el buda para de él poder aprender la doctrina que lo llevaría a la
iluminación, estado de total comunión con el presente, con el todo. No obstante
Siddharta elige irse y le dice: “Ni un
momento he dudado de ti, ni un momento he dudado que tú fueras el buda, de que
hubieras llegado a la meta, al máximo, hacia el que tantos brahmanes se hallan
en camino. Has encontrado la redención. Pero la has hallado con tu misma
búsqueda, con tu propio camino, através de pensamientos, meditaciones, ciencia,
reflexión, inspiración. ¡Pero no la has hallado a través de una doctrina! Tu
doctrina tan clara y tan venerable no contiene un elemento, hay algo que nunca
podrás enseñar: el secreto de lo que el majestuoso mismo ha vivido, él solo,
entre centenares de miles de personas.”
"Herramientas para mejorar el desempeño personal y de liderazgo"
Pincha aquí: http://www.enriquevergara.cl/landingtaller/
martes, 16 de abril de 2013
Extracto de "La noción de compasión en la crítica de la moral de Nietzsche": Compasión y donación en “Así habló Zaratustra”
(
Comienzo segundo capítulo)
Es muy difícil hablar de esta obra en
términos generales. Una aproximación planificada nos podrá ayudar a encontrar
puntos específicos que nos permitan desentrañar las conclusiones filosóficas y
genealógicas (correspondientes a nuestro estudio) que se desprenden de las
formas peculiares que tiene Nietzsche de presentar su pensamiento. No obstante,
considerando que para el pensador alemán incluso “cada palabra es un prejuicio”
(DCS 55), será difícil, sino imposible, evitar caer en generalizaciones.
Como
deberemos recordar, el primer capítulo ofreció una mirada sobre la compasión
que de manera inicial apunta a desglosar la crítica de la compasión cristiana
sobre todo en “La genealogía de la moral”; pero en su desarrollo final se
aprecian argumentos que parecieran apuntar hacia una especie de entendimiento
amplio del concepto de compasión. Este entendimiento, se considera de carácter
amplio, debido a que logra integrar la compasión en tanto que expresión de un
amor supuestamente honesto en una competencia
agonal con los estudios genealógicos que
desnudan un tipo de compasión deshonesto, instrumental y trasfondo de una forma
mala de amor a sí mismo (Z I, “Prójimo”). Ahora, intentando comprender, nos
debemos formular primero la pregunta, ¿de qué manera se podría manifestar en
Nietzsche esa otra cara de la compasión? E incluso ¿hasta qué punto, las
lecturas que se pueden hacer de ese tipo de inclinación hacia el otro, son
extrapolables a la donación, la amistad o el instinto no-egoísta? Más aun, será
imposible para nosotros esquivar el asunto que en el trasfondo pareciera como
más importante. Aquí se está sugiriendo que cabría hacerse la pregunta si
¿acaso tanto en su crítica a la compasión de la moral de los filisteos, como en
sus propuestas de la compasión y la donación presentes en “Así habló Zaratustra”
entre otros, se podría apreciar una voluntad de transvalorar, o aportar a una transvaloración de todos los valores [Umwertung aller Werte]? Dicho de otra
manera, se podría pensar que Nietzsche mediante su crítica a la compasión
cristiana, intenta cambiar el sentido impregnado al término, y poner de
manifiesto una compasión que excede a la noción cristiana, y tal compasión es
propuesta aquí bajo la lectura de la compasión
en tanto que amor.
La compasión aparece en su acepción alemana [Mitleid] más de cincuenta veces mencionado en “Así habló
Zaratustra” (bastante más). Solamente de este hecho se válida la suposición de
que la compasión como concepto de estudio adquiere una importancia especial.
Pero antes de poder tratar con el discurso mencionado de “Así habló
Zaratustra”, debemos establecer ciertos criterios, a modo de lineamiento
general, que de esta manera deberán inducir a una interpretación plausible del
apartado mencionado, y así del rol de la compasión en lo que se considera una
de sus obras principales.
En
el presente punto queremos hacer hincapié en algunos asuntos específicos que
nos ayudarán a comprender de mejor manera el rol de la compasión en esta obra.
Cabe destacar aquí, que el proceso que llevaremos adelante, no se corresponde
con una selección arbitraria o al azar de las temáticas por parte del autor. Al
contrario, la intención es sostener la argumentación en opiniones autorizadas, en
tanto que hayan formulado avances en la temática aquí propuesta. En este
sentido, no solamente basta con proponer la lectura de un autor que haya
analizado “Así habló Zaratustra”, sino debe necesariamente también efectuar un
acercamiento hacia el terreno moral de la compasión y la piedad. Georges Goedert
es uno de los pocos investigadores que ha dedicado una obra extensa al
exclusivo tema de la compasión en Nietzsche. De manera correcta, a mi entender,
Goedert entiende que el debate o la disputa [die Ausseinandersetzung][1]
que sostiene Nietzsche a lo largo de prácticamente toda su obra con la noción
de la compasión, tiene su origen en su relación con Schopenhauer.[2]
En la tesis fundamental del libro encontramos un intento por documentar la
superación de la compasión y de Schopenhauer por parte de Nietzsche. Al indagar
específicamente acerca de la compasión en “Así habló Zaratustra”, Goedert
señala:
En Zaratustra, Nietzsche
guiará la comprensión global de su obra primeriza, hacia su propio sufrimiento.
Por eso se da, entonces, la representación del mundo como obra de un Dios
sufrido y agónico (…). No obstante, con su escritura se adelantaba a su
presente. Si es que todos los “trasmundos”, están respaldados en “penalidad” y
“tormento”, inclusive los de “El nacimiento de la tragedia”, y si Zaratustra,
el sufrido, para superarse llevara sus cenizas primero a la montaña para
inventarse una llama más brillante, a modo tal que el “fantasma” —es decir
Dios— se desvaneciese, entonces podría, por su parte, la postura afirmativa
hacia el sufrimiento, hacia lo contradictorio y conflictivo, en resumen hacia
lo trágico, que atraviesa todo el libro, contemplarse en el autor como una
superación-de-si-mismo, parecido por lo demás a aquello que representa su obra
“Así habló Zaratustra”.
[3]
La compasión es puesta aquí en un plano que
para nosotros debería resultar relativamente nuevo. El término, y aún más, el
constante estudio del mismo, es remontado aquí por Goedert a una dimensión
personal para con el autor. A modo de una buena comprensión del párrafo citado,
debemos entender que el autor acepta la relación de equivalencias que se puede
sostener entre Zaratustra y el propio Nietzsche.[4]
Más aún, Goedert sostiene que las equivalencias tienen como finalidad última,
una profundización del pensamiento trágico. Por tales motivos, Nietzsche, quién
también es considerado por Goedert, al igual que Zaratustra, como el sufrido, o
el atormentado; para superarse, y crecer por encima de sí mismo [Über-sich-Hinauswachsen][5]
debe llevar sus propias cenizas a la montaña, y así inventarse una llama más
brillante que produzca el desvanecimiento de ese fantasma, de ese Dios.
Solamente de esta manera, (vale decir en la afirmación del propio ocaso, en el
deseo del ocaso de su compasión schopenhaueriana, que se ve reflejado en la vida
y obra del profeta Zaratustra) puede salir a la luz la nueva llama, más
brillante; tal vez como la compasión en tanto que amor honesto, “voluntad de
poder” o el “eterno retorno”.
(...)
[1]Die
Auseinandersetzung; compuesto por Auseinander- que quiere decir separado o aparte, y -setzung que tiene origen en el
sustantivo Satz, que en este sentido debe ser comprendido como movimiento o
frase.
[3] Ibíd. 33. Dado que no
existe traducción al español de dicho texto, he considerado oportuno
ofrecer una traducción del mismo. El texto original dice: “Im Zaratustra führt Nietzsche
die Gasamtkonzeption seines Erstlingswerkes auf eigenes Leiden zurück. Daher
also die Darstellung der Welt als des Werkes eines leidenden und zerquälten
Gottes (…). Mit seiner Schrift war er aber bereits seinem damaligen Zustand
voraus. Falls nämlich alle “Hinterwelten” zurückzuführen sind auf “Leiden” und
“Unvermögen”, inklusiv die der Geburt der Tragödie und Zarathustra sich, den
Leidenden, erst überwinden, seine Asche zu Berge tragen und sich eine hellere
Flamme erfinden musste, damit das “Gespenst” — also der Gott — von ihm wich,
dann darf ihrerseits die bejahende Haltung zum Leiden, zum Gegensätzlichen und
Konfliktuellen, kurz zum Tragischen, die das ganze Buch durchzieht, bereits als
ein über-sich-Hinauswachsen beim Autor selbst angesehen werden, ahnlich
demjenigen übrigens, das sein Werk Also
sprach Zaratustra darstellt.“
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